La realidad es que cuando una mujer está decidida a interrumpir su embarazo, buscará la forma de someterse a un aborto independientemente de si el procedimiento es seguro y legal o no.
Cada año, más de 20.000 mujeres mueren como resultado de los impedimentos médicos, legales y sociales que se ponen a la interrupción de un embarazo no deseado y otras muchas padecen consecuencias muy graves derivadas de prácticas poco seguras.
Esta situación se puede prevenir por completo, ofreciendo una atención médica inicial a estas mujeres, medicamentos de calidad y respeto a las decisiones individuales, sobre todo, en contextos de crisis humanitarias. Por ejemplo, la interrupción del embarazo con píldoras abortivas, que han demostrado gran eficacia y seguridad, podría abrir el acceso y mantener la autonomía de millones de personas.
Las personas en todas partes del mundo deberían tener acceso a servicios de aborto respetuosos y seguros.
Si quieres saber más, no te pierdas este artículo de Nelly Staderini, matrona de Médicos Sin Fronteras:
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