Eva Berzal. Equipo de comunicación de MSF
La salud sexual y reproductiva es un derecho humano. Así se consagró en la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de El Cairo en 1994. Treinta años más tarde todavía no existe una estrategia mundial de salud en la materia que coordine y de respuesta a las amenazas para las sexualidad y la reproducción que enfrentan millones de personas en el mundo.
Como evidencia el último informe del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), la desigualdad y la discriminación son las constantes en el acceso a los servicios básicos de asistencia sanitaria e información en la materia. Ser mujer, pertenecer a una etnia minoritaria, migrar o tener unos ingresos bajos son, entro otras, condiciones que obstaculizan el desarrollo de una vida sexual y reproductiva saludable y libre de violencias.
Enfermedades de Transmisión Sexual
Las ITS tienen un impacto enorme en la salud sexual y reproductiva de las personas y son objeto de estigmatización social en todo el mundo. Entre las enfermedades con más incidencia global se encuentran algunas con cura, como la sífilis, la gonorrea, la clamidiasis y la tricomoniasis, e infecciones víricas como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y la infección por el virus del papiloma humano (VPH).
Según datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada día más de un millón de personas contraen una ITS que se puede curar. Se calcula que en 2020 hubo 129 millones de nuevas infecciones de clamidiosis, 82 millones de gonorrea, 7,1 millones de sífilis y 156 millones de tricomaniosis. Además, más de 490 millones de personas tenían herpes genital en 2016 y unos 300 millones de mujeres conviven con una infección por el virus del papiloma humano, que es la principal causa de cáncer de cuello uterino.
España no es ajena a esta realidad. Los últimos informes epidemiológicos publicados por las autoridades sanitarias apuntan a un aumento generalizado de los casos de ITS en nuestro país y se observa una mayor incidencia entre las personas más jóvenes. El barómetro sobre Juventud, Salud y Bienestar advierte de que esta tendencia es el resultado de la normalización de las prácticas sexuales de riesgo en este sector de la población. Según esta encuesta, menos de la mitad de las personas entre 15 y 29 años emplea regularmente métodos de protección en sus relaciones sexuales, 1 de cada 3 (32,1%) mantiene relaciones de riesgo de forma esporádica y casi 2 de cada 10 (19%) lo hace de forma habitual o con mucha frecuencia. A pesar de ello, solo el 40% afirma sentir inseguridad ante la posibilidad de contagio de ITS o de un embarazo no deseado. Estos son algunos de los datos más destacados:
En situaciones de crisis humanitarias, provocadas por conflictos armados, la violencia y desplazamientos masivos de población, se agudizan la falta de acceso a recursos básicos y servicios de salud. En Médicos Sin Fronteras trabajamos en estos contextos para dar respuesta a las necesidades de salud sexual y reproductiva, incluyendo detección y tratamiento de ITS y prevención de la transmisión madre-hijo. Por ejemplo, en el año 2022, tratamos a 31 500 personas con antirretrovirales de primera línea y a 6 570 de segunda línea contra el VIH. Además, hicimos un esfuerzo por llegar a grupos más vulnerables y estigmatizados, como miembros del colectivo LGTBIQ+ , trabajadoras sexuales y adolescentes.
Violencia sexual
La violencia sexual constituye una grave violación de los derechos humanos y es una emergencia médica. Esta lacra se extiende por todo el mundo, afectando especialmente a mujeres y niñas, si bien no existen estadísticas que proporcionen un panorama completo de la prevalencia del problema.
Según estimaciones publicadas por la OMS en 2018, casi una de cada tres mujeres en todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por su pareja o violencia sexual por alguien que no era su pareja o ambas. En España, la violencia sexual afecta todavía a 2,8 mujeres y el número de denuncias por delitos sexuales no ha dejado de crecer desde 2016.
En la inmensa mayoría de los países, las niñas y adolescentes son el grupo con mayor riesgo de verse forzadas a mantener relaciones sexuales u otro tipo de actos sexuales. Según datos de UNICEF, quince millones de niñas adolescentes de 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas en todo el mundo. En nuestro país, según el último Informe sobre delitos sexuales contra la libertad sexual de 2022, tres cuartas partes de las denuncias las víctimas eran menores de edad (44,5%) o jóvenes de entre 18 y 30 años (31,2%), en su mayoría niñas y mujeres jóvenes.
La atención médica es crucial en las 72 horas posteriores a la violación para prevenir la transmisión del VIH y un embarazo no deseado. Sin embargo, en muchos países de ingresos medios y bajos, las víctimas no tienen acceso a estos servicios. En 2022, MSF ofrecimos atención integral a 39 900 supervivientes de violencia sexual, operando en zonas de conflicto armado y rutas migratorias en las que esta forma de violencia adquiere su faceta más brutal. Además, brindamos servicios de aborto seguro y de atención al parto para evitar muertes innecesarias por falta de medios adecuados.
En países de ingresos altos, como España, la desinformación y la falta de educación afectivo sexual son las principales amenazas. Un informe de FAD Juventud relaciona el aumento de la violencia con el incremento en el consumo de pornografía entre los jóvenes de 16 y 29 años, como fuente de información y agente de socialización. De hecho, el 60% de los jóvenes admite que influye mucho o bastante en el desarrollo de sus relaciones sexuales y más del 49% lo considera una fuente de inspiración. Sin embargo, la pornografía contribuye a reproducir una imagen estereotipada de las relaciones sexuales y, a menudo, reproduce conductas de riesgo y situaciones de violencia.
Ante esta situación, es más urgente que nunca facilitar información y asesoramiento directo a los jóvenes para construir una buena relación con el propio cuerpo, fomentar los vínculos afectivos saludables y evitar prácticas que ponen en riesgo la salud. Por ello, Humanidad Inconformista regresa a Madrid para hablar con las personas jóvenes de la importancia de la salud sexual, actuar contra la violencia y conectar con el placer.
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