La imagen busca sembrar en nosotros una semilla de reflexión y cambio frente a la violencia que sufren las mujeres. Las siluetas femeninas tras las alambradas simbolizan a quienes huyen de la guerra y la violencia sexual. La figura central encarna la universalidad de esta lucha: cada mujer carga con las historias de muchas. Las amapolas rojas, símbolo de resistencia, evocan tanto la sangre derramada como la esperanza que brota del dolor. La obra transmite un poderoso grito colectivo por la libertad y dignidad de los cuerpos femeninos, invitándonos a que esa semilla de libertad crezca en nosotros y nos impulse a actuar contra las injusticias que enfrentan las mujeres en todo el mundo.