Por un planeta sano para una salud sin fronteras
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Ganador/a
Semillas de libertad
La imagen busca sembrar en nosotros una semilla de reflexión y cambio frente a la violencia que sufren las mujeres. Las siluetas femeninas tras las alambradas simbolizan a quienes huyen de la guerra y la violencia sexual. La figura central encarna la universalidad de esta lucha: cada mujer carga con las historias de muchas. Las amapolas rojas, símbolo de resistencia, evocan tanto la sangre derramada como la esperanza que brota del dolor. La obra transmite un poderoso grito colectivo por la libertad y dignidad de los cuerpos femeninos, invitándonos a que esa semilla de libertad crezca en nosotros y nos impulse a actuar contra las injusticias que enfrentan las mujeres en todo el mundo.
Finalistas
¡Sé el primero en compartir su arte inconformista!
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Participaciones
Semillas de libertad
La imagen busca sembrar en nosotros una semilla de reflexión y cambio frente a la violencia que sufren las mujeres. Las siluetas femeninas tras las alambradas simbolizan a quienes huyen de la guerra y la violencia sexual. La figura central encarna la universalidad de esta lucha: cada mujer carga con las historias de muchas. Las amapolas rojas, símbolo de resistencia, evocan tanto la sangre derramada como la esperanza que brota del dolor. La obra transmite un poderoso grito colectivo por la libertad y dignidad de los cuerpos femeninos, invitándonos a que esa semilla de libertad crezca en nosotros y nos impulse a actuar contra las injusticias que enfrentan las mujeres en todo el mundo.
MI CUERPO MI FRONTERA
Hola!
Me llamo Valeria Curcio, aunque trabajo con el pseudonimo de Kirke Din.
La obra que presento se inspira a la historia de caperucita roja, ofrecendo otro final,
en el cual ella misma es capaz de defenderse del lobo.
Cómo si fuese ser inerte.
Siguiendo la reivindicación de la violencia sexual, en mi obra se puede ver cómo figura principal una mujer sufriendo y sometida a diferentes manos de diferentes colores interpretando así que es un problema internacional. El fondo en colores de mi paleta habitual que representan la vida, hace contraste con ella en escala de grises ya que por el dolor carece de color y de vida. Con la expresión de ella y el color he querido transmitir lo que produce este problema tanto física como psicológicamente.
Mi cuerpo es una frontera
Con esta ilustración-cartel, quise representar los elementos comunes en las temáticas de la convocatoria. Para plasmar el miedo a la violencia sexual que sufren las mujeres que transitan por rutas migratorias y/o viven en contextos de conflicto armado, se me ocurrió que la representante fuera un personaje femenino central, que camina hacia el futuro con la mirada atenta y asustada apuntando al pasado, no solo a lo que deja atrás, sino a quien pudiera seguirla. Lleva una mochila y ropas sueltas, para mostrarla como posible migrante de a pie. Quizás huya de su casa a una zona segura, quizás huya de su país buscando un futuro libre de violencias. A su alrededor, los alambres de púas que vemos en tantísimas fronteras, que la separan de posibles destinos, simbolizan también una barrera para quienes quieren alcanzarla. Esas manos oscuras y anónimas quieren cazarla. Pero ella se protege con lo mismo que la separa de su destino, que es un alambrado. Su cuerpo es (debería ser) una frontera, un límite, para aquellos que la quieren violentar.
Gajos de Violencia
“Gajos de la Violencia” es una obra gráfica basada en el uso de la fotografía, con una posterior intervención gráfica con efectos y combinación tipográfica para la creación de textura. Como sujeto de la imagen se ha usado una fruta, una mandarina, que abarca hasta el límite del margen para ser visualmente impactante y transmitir un fuerte mensaje sobre la violencia sexual. La fruta aparece violentamente fisurada, simbolizando tanto el daño físico como el emocional que sufre una víctima. La mandarina rota y jugos derramándose, sugiere una violación del cuerpo, con la fruta sirviendo como una potente metáfora del aparato reproductor femenino dañado.
El uso de tonos oscuros y contrastes fuertes (escala de grises), junto con los colores rojo y naranja que salen de la fruta, refuerzan la sensación de violencia, ruptura y daño interno. Además, la fisura en la mandarina se extiende como una frontera, reforzando la idea de divisiones, tanto personales como sociales, y la fragmentación causada por la agresión sexual.